En carretera

Kilómetros. Kilómetros de miradas al infinito. Kilómetros de colores, de cielos, de sombras y destellos de luz. Kilómetros de humo, viento y risas. Kilómetros de pensamientos y de diálogos internos. Kilómetros de nervios contenidos por lo que está por llegar. Kilómetros de notas de músicas lejanas, kilómetros de sueños.

El tiempo avanza, la carretera se difumina, ruidos de motores de fondo. EMOCIÓN.

Marzo. El sol calienta la piel a través de la ventana, adormece. Sensación de relajación extrema, un duermevela.

Horas. Agarrotamiento. Sentirse atrapada, ganas de salir corriendo. Y por fin una parada. Abrir la puerta y el viento fresco golpea dulcemente la piel. Avanzar, estirar cada músculo del cuerpo, agua, un mordisco de un bocadillo robado y vuelta al asfalto.

El paisaje cambia, del amarillo al verdoso, bosques y árboles se hacen más espesos. El horizonte de plano, se vuelve voluptuoso, redondeado, montañas.

El cristal se empaña, caen pequeñas gotas que nublan la vista. El ambiente se vuelve algo más frío. El sol va cayendo en diagonal hasta perder de vista el último rayo de luz. 

Luces, luces que distorsionan, que molestan y dificultan el sueño. Por fin la noche profunda. La luz se vuelve agradable, lejana. Avanza. Movimiento entre los árboles, el cierzo sopla. Avanza. El reloj marca la hora. Ya está cerca.

Sonido de puertas abiertas, motores apagados y silencio. Respira hondo. Ya estás aquí. Después de más de 9 horas en carretera, la niña cierra la puerta y ayuda a sus padres con las maletas. Sonidos de llaves, gira y listo, estar en CASA.

Nunca nadie dijo que se pudieran vivir tantas emociones en 850km.

Marzo 2015

PHOTOCHOA

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